Es una realidad o una gran mentira que los espíritus de nuestros familiares fallecidos siguen con nosotros?

Es una realidad o una gran mentira que los espíritus de nuestros familiares fallecidos siguen con nosotros?

La muerte del cuerpo significa que este ya no es capaz de mantener sus funciones vitales activas y por consiguiente sus órganos incluyendo el cerebro cesan de recibir los nutrientes y el oxigeno que necesitan para mantener su integridad. En ese momento se produce la muerte de sus células y por consiguiente la desencarnación masiva de todas las Partículas Espirituales (PEs) encarnadas en ellas. Estas PEs que hacían parte de su estructura mental (la mente propiamente dicha) se liberan y entonces la mente comienza a desintegrarse.

Es entonces cuando comienzan a ceder las “fuerzas” poderosas que mantenían encarnado y controlado al espíritu de ese cuerpo. El espíritu entonces comienza poco a poco a desconectarse de la realidad material, la cual vivía a través de los sentidos del cuerpo y empieza a vivir de forma cada vez más consciente la realidad espiritual a la cual pertenece por su naturaleza de espíritu y en la cual siempre ha estado, aun encarnado.

Es importante aclarar en este punto que la encarnación implica que los espíritus y PEs son atraídos dentro de un Vórtice de Encarnación emitido por el cerebro durante su formación embrional el cual los lleva hasta una especie de Dimensión Transicional. Esta, como su nombre lo indica, es una dimensión ubicada entre la dimensión espiritual y material. Allí no solo permanece durante la encarnación sino que al parecer, es posible permanecer aun después de producida la muerte si el espíritu así lo desea o por efecto de su fuerte apego a las cosas materiales.

Durante el proceso de desencarnación, el espíritu se va desprendiendo con mayor o menor rapidez (dependiendo de su adelanto) de las cosas materiales. La turbación o confusión va cediendo paso a la claridad y el espíritu comienza poco a poco a recordar su pasado espiritual y material (si ya ha vivido otras vidas).

A medida que la confusión se disipa, el espíritu abandona también los detalles de su vida física. Deja de ser el hombre o mujer, hermano, padre o madre, etc., con el que se identificó toda su vida material y adquiere una consciencia más amplia de su condición de espíritu sin género y sin una relación filial especifica. Sin embargo, los lazos afectivos que lo unían a muchos de los seres materiales subsisten a nivel espiritual pero con una connotación distinta. Se transforman en estados de afinidad con esos seres por quienes aun siente un gran cariño y por los que se siente responsable por su progreso moral y espiritual.

El espíritu entonces, en la libertad de sus acciones decide si permanece en la dimensión transicional cerca a ellos para orientarlos y apoyarlos en sus buenas acciones o se aparta y regresa completamente a la dimensión espiritual para continuar su trabajo espiritual en conjunto con otros espíritus de condición similar o superior, buscando un aumento en su armonía general.

Me atrevería a decir que hoy día son tan fuertes y altruistas los lazos que nos unen a los seres con los cuales compartimos esta vida de encarnados, que buena parte de los espíritus que parten deciden voluntariamente permanecer cerca de sus seres queridos para apoyarlos en su propio camino de avance hacia la armonía. Sin embargo tal parece que muchísimos otros seres que desencarnan también permanecen dentro de esta dimensión transicional pero más que por fines altruistas como resultado de su fuerte apego a las cosas materiales, como a su cuerpo con el cual se creían superiores, sus fortunas con las cuales lograron poder y dominación, su casas o castillos donde ejercieron el poder y sometimiento de otros, los sitios donde practicaron el vicio que los consumió hasta la muerte, etc.

Fraternalmente

Eduardo Sanz